O, en otras palabras, comer bien sin apenas cocinar. Esta es una de mis máximas. No es que no me guste cocinar, al contrario, me encanta, es una actividad que me relaja, en la que disfruto… Pero que requiere tiempo, así que se ha convertido en un hobby reservado a ocasiones especiales. El día a día en la cocina discurre por otros lares, algo alejados de los platos elaborados, y más cercanos al arroz a la cubana, la pasta con tomate, las ensaladillas rusas con todas sus variantes, carnes y pescados a la plancha, tortillas, ensaladas… también las croquetas y el pan con tomate y embutido, para qué engañarnos. Todo, eso sí, muy equilibrado y con un tiempo de elaboración máximo de 10 minutos, 15 los domingos, gracias a maravillosos artilugios como la babycook o la fuente para cocinar al vapor en el microondas.
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Aunque el principal recuerdo de estos treinta y un días de julio que quedan atrás va a ser el calor, o como muchos dicen en un merecido plural, “los calores”, en nuestro día a día a cuatro (Mimi, Bru, Sol y mamá) hemos hecho lo posible por sacar todo lo bueno que llega, también, con la subida de temperaturas. Así que aquí van algunos retazos de este aperitivo de vacaciones en julio.
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