Empieza el año en un goteo de días nuevos que se repiten unos tras otros. Un ciclo que, sin previo aviso, se detuvo en la comisura de tus labios. Allí nació, tímida, y se quedó bailando sin prisas. Empezó a ensancharse poco a poco hasta convertirse en una amplia sonrisa. En tu sonrisa.
Y naciste. Y empezó diciembre, el décimo mes de embarazo, ese del que nadie te habla y para el que no sirve preparación alguna. Tan desconocido, tan delicioso, tan desconcertante.
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